domingo, 4 de octubre de 2009

Andas como un pato

Para explicar lo que quiero explicar hoy tengo que situaros dos años atrás en el tiempo. Durante un seguimiento que hacíamos Héctor y yo cuando apenas sabía de su manera de ser e intentaba ser... como soy con el resto de gente.

Héctor y yo estábamos siguiendo a un hombre joven, bastante guapo la verdad. Yo hacía fotos a cada momento y observaba la forma de trabajar de Héctor para empaparme del espíritu del trabajo. Llegamos andando y pasando desapercibidos hasta una estación en la que el monísimo objetivo se encontró con una mujer, joven, muy elegante. La verdad es que sentí una punzada de envidia y no hice las fotos de la misma manera. Cuando el hombre subió a un taxi, yo le hice una foto a la matrícula, Héctor se acercó a mí.

–Creo que ya hemos terminado. Te has fijado en la mujer?

Supongo a que se refería a ella de un modo puramente... de investigador... pero aun tenía ese punto de celos y dije (cosa que no habría hecho ahora por nada):

–Anda como un pato.

Cuando evidentemente no caminaba como un pato. Era elegante, perfecta, él seguro que se habría dado cuenta.

En lugar de decir nada de eso me miró, como intentando comprender, sin sonreír y apartando la mirada, sumiéndose en sus pensamientos, supongo.


Bueno, pues ayer llegué andando al trabajo, antes de entrar levanté la cabeza y vi que Héctor me estaba observando desde el balcón, le saludé levantando un poco la mano pero él no se movió.

Subí las escaleras pensando en porque me estaría mirando, conteniendo un escalofrío. Al llegar arriba María me saludo, Martín levantó la cabeza y encontré a Héctor aun en el balcón pero girado hacia mí.

–Buenos días. Me estabas observando? –pregunté sin saber muy bien porqué, nerviosa por la extraña situación.

–Andas como un pato –dijo con seriedad.

Yo creo que me puse rojísima. El no estaba sonriendo, me miró severamente y volvió su vista al exterior. Yo me giré bruscamente a sentarme en mi cubículo. Aun estoy pensando en si fue un cumplido o un insulto. Realmente se estaba refiriendo a ese día de hace dos años?




Siempre en tu mente
Coraline

3 comentarios:

Marino Baler dijo...

Hola, has comentado en mi blog y claro, la curiosidad me ha llevado hasta aquí. Me ha gustado lo que he leído. Me pasaré más veces.
Por cierto ¿caminas cómo los patos?

Un saludo.

Coraline dijo...

No me he fijado en como ando... espero que no camine como un pato, yo no me siento pato...
bienvenido!

Pedro Herrero dijo...

No puedo compartir contigo el sentimiento de culpa por madrugar en un día festivo. En mi opinión (modesta y sin pretensiones) una ciudad tiene su encanto a todas horas, si en cada hora le pedimos aquello que puede darnos. La quietud de la hora de la siesta, el bullicio del atardecer, la resaca nocturna. Barcelona lo tiene todo, y creo que la ansiedad que puede venirnos en momentos puntuales se deberá a que no miramos en la dirección correcta.

Veo por tu perfil que te mueves en el sector fotográfico. No me digas que un amanecer en Barcelona no ofrece oportunidades.

Perdóname la franqueza, Coraline. He visto tu bitácora por casualidad. Aprecio la intimidad de tus confesiones, que se dejan leer mejor sobre ese fondo negro tan particular. Es una bitácora de acceso libre, pero parece como si hablaras de tú a tú. Valdrá la pena volver a leerte. Un saludo.