Mi trabajo por ejemplo. Nunca había pensado en cuanto me gustaba. Tener la esperanza de tener un caso importante y fundirme con las sombras. Un jefe misterioso que hace tiempo que no me habla... tendría que temerle? Que hace Héctor cuando investiga? Pasa desapercibido. Se esconde, se encierra y observa sin ser observado. Fantasear con que yo merezco ser objeto de investigación es demasiado y no creo que realmente me gustara pero esta y tantas otras cosas despiertan mi imaginación y hacen que leer una novela policiaca me lleve a involucrarme en la historia y con los personajes, me lleva a compararme con ellos. A descubrir cual seria yo y cual los que me rodean.
“Y si la mancha que hay en el techo es de sangre?” Pienso alzando la cabeza “Y si alguien se suicidó aquí? Desde cuando está?”
Vuelvo a enfrascarme en el libro, devoro paginas y miro de reojo la puerta del despacho de Héctor al oír movimiento. No veo más que su figura por entre el cristal translucido y vuelvo a leer. Oigo el teléfono pero esta vez no aparto la vista del papel, está interesante, muy interesante, tengo la sensación que dentro de unos segundos mi vida se va a solucionar, que voy a descubrir el misterio, la trama está a punto de resolverse.
–Es para ti –dice María mientras levanto la mirada fastidiada–. Es tu madre.
Adiós fantasías, misterio y soluciones. La burbuja estalla en un millón de gotitas que se dispersan a mi alrededor y veo a Martín comiéndose un bocadillo de una manera asquerosa y mi pequeño cubículo desordenado. No tenemos casos, no hay nada que hacer. Y además, mi madre está al teléfono.
Coraline