jueves, 13 de agosto de 2009

El gorro

¡El gorro es horrible! ¡Dios mío! Esta mañana llego al trabajo y nada más entrar María me dice que tengo una llamada, yo, una llamada (nunca me llama nadie). ¿Quien sabe el número del trabajo? A lo mejor era alguien desconocido que quería entrevistarme para otro trabajo o quizás era una llamada de auxilio, las posibilidades eran muchas pero he decidido que ninguna de ellas era probable. Después de pensar, he decidido responder rápida al teléfono. Era mi madre.

– ¡He encontrado el gorro! –me ha dicho súper emocionada.

Era muy temprano, así que no he reaccionado, y en realidad me alegro porque cuando he visto el gorro quería huir. Pero no avancemos acontecimientos.

­–Ahora vengo a tu trabajo –ha chillado desde el otro lado del hilo telefónico.

– ¡No, mamá, aquí no! ¡Ahora no!
Pero ya había colgado.
He empezado a removerme nerviosa, mi madre iba a venir.

“Por favor, Héctor, sal de tu despacho y di que tenemos un seguimiento o cualquier otra cosa que nos permita salir de aquí.” He pensado histérica, sentada en mi mesita sintiéndome encerrada.

– ¿Aún no has encendido el ordenador? –ha dicho Martín mientras cerraba la puerta tras él.

Estaba demasiado nerviosa para responderle, pero me gustaría haberle dicho que el llega tarde i por tanto su ordenador no está apagado, está en coma. Como lo odio.

Me estaba ahogando tanto, tanto en mi silla mirando a una pantalla apagada que al final he decidido que no podía ser. He sacado mi móvil de mi bolsillo y, desgracia, no tiene batería. Por eso mi madre me ha llamado al trabajo. He mirado el móvil, le he dado unos golpecitos y he intentado volverlo a encender, pero nada.

Así que me he levantado de mi silla, he pasado por delante de Martín i de María a toda prisa y he salido del edificio. A tiempo he salido porque justo llegaba mi madre con una sonrisa enorme i una caja de sombrero.
–Espero que te guste –me ha dicho.

I mientras abría la caja la he regañado por venir al trabajo de manera tan brusca. Pero parecía que no tenia la atención puesta en mí, ni tan solo en el gorro, miraba más allá como si todo esto no fuera con ella.
"Tranquila Coraline, tu madre no dura mucho en Barcelona, se aburre en las ciudades grandes donde no puede hablar con nadie" he pensado aliviada, pero luego me ha venido otro pensamiento: "no puede hablar con nadie excepto conmigo".

Pero cuando he visto el gorro se me ha olvidado lo demás, ¡es horrible! ¡Además tiene tres lazos! ¿Como un gorro puede tener tres lazos? No es para nada distinguido y espero que mi gabardina no lo vea jamás.

–Gracias –he dicho con una fingida sonrisa–. Ahora tengo que ir a trabajar.

Nos hemos dicho adiós, he entrado y me he sentado en mi silla bajo la atenta mirada de mis compañeros y ahora yo estoy aquí con este… “maravilloso” gorro.



P.D. He encendido el ordenador.


Siempre en tu mente
Coraline

3 comentarios:

Elisabeth dijo...

A gustos no hay nada escrito... Pero te entiendo. En mi caso es mi abuela y bueno, tengo una montaña de ropa que ojalá no vea nunca la luz del sol.

Inner Girl dijo...

El post merece una foto del gorro para que nos hagamos una idea... :D

Coraline dijo...

Mmmm no veo porque no... pero la pondré el fin de semana porque el cable para pasar las fotos lo dejo en el trabajo.

Por cierto, Elisabeth, mi madre me compra ropa horrible... dios mio! como me voy a poner eso?

Siempre en tu mente
Coraline